Este mensaje va dirigido a aquellas mujeres que se encuentran en medio de la incertidumbre, el temor y la falta de propósito en sus vidas. Vivimos tiempos peligrosos, en los que la maldad crece sin medida y el espíritu de engaño domina las mentes de hombres y mujeres que han depositado su confianza en este mundo. Muchas mujeres han sido seducidas por la vanagloria y la vanidad, siendo arrastradas a la destrucción de sus cuerpos y almas, rechazando el diseño perfecto de Dios, y volviendo sus almas cada vez más vacías.
El objetivo de Resplandece Mujer es animar a toda mujer a buscar a Dios y mantenerse firme en la fe. Debemos comprender que vivimos en días en los que a lo bueno se le llama malo y a lo malo bueno. Sin embargo, tenemos un Padre amoroso que envió a su Hijo Jesús para darnos vida, y vida en abundancia. Jesús mismo dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10).
Esa vida abundante es la que Dios anhela que experimentemos y reflejemos, alumbrando con su luz la vida de quienes nos rodean. Somos profundamente amadas tal como somos, pero también llamadas a ser transformadas desde lo más profundo del alma. El llamado es a crecer, a madurar espiritualmente, a vivir con autenticidad, sin pretender imitar a nadie. Cada ser humano es único y maravilloso, porque ha sido formado con esmero por las manos de Dios.
No permitas que los afanes de la vida, la vanagloria o los patrones distorsionados de este mundo desvíen tu camino. Tu verdadero propósito está en el corazón de Dios, y es allí donde hallarás plenitud, gozo y la paz que sobrepasa todo entendimiento. Lo que sembramos, eso cosechamos. Si siembras duda, miedo, engaño, orgullo o vanidad, cosecharás consecuencias dolorosas. Pero si siembras fe, amor, humildad, paciencia y reverencia a Dios, cosecharás vida, favor y bendición.
En Mateo 6:33, Jesús nos recuerda: "Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Hoy en día, muchas personas buscan primero las añadiduras, dejando a Dios a un lado. El resultado es ansiedad, vacío y confusión. La búsqueda desesperada por logros, posesiones o reconocimiento está llevando al ser humano a una profunda crisis del alma. Pero solo el Espíritu Santo, nuestro Consolador, puede llenar verdaderamente nuestro interior y guiarnos con sabiduría por este mundo.
Todo lo que viene de Dios produce paz, gozo y vida. Aunque atravesemos pruebas, que son necesarias para nuestro crecimiento, siempre saldremos victoriosas, porque la victoria ya fue ganada por Cristo en la cruz. Él no nos prometió una vida sin dificultades, pero sí una vida sostenida por su poder, llena de propósito y esperanza.
Mujer, levántate y resplandece. No te acomodes a este mundo, ni sigas sus moldes. Eres hija del Rey, nacida para brillar con la luz de Jesús. No con una luz propia, que se apaga, sino con una luz eterna que emana del Espíritu de Dios en ti. Cuando Él habita en ti, eres una lámpara encendida que puede guiar a otros en medio de la oscuridad.
Recuerda que no estás sola. Dios está contigo, en cada paso, en cada batalla, en cada lágrima. Él tiene planes de bien para ti, planes de esperanza y de futuro. No importa tu pasado, ni lo que otros han dicho de ti. Lo que realmente importa es lo que Dios ha dicho, y Él te llama amada, escogida, perdonada, y destinada a brillar.
Te animo a que cada día busques su dirección en cada aspecto de tu vida. Él desea bendecirte y llevarte a dimensiones que nunca imaginaste. Sé esa mujer que nació para brillar, pero no con luz prestada, sino con la gloriosa luz de Jesús. ¡Resplandece, mujer!