En un mundo que aplaude lo inmediato y teme el compromiso, caminar con fe, cultivar la disciplina y mantenerse determinada es un acto valiente. No se trata de perfección, sino de una vida intencional, guiada por el Espíritu de Dios, en donde cada paso tiene propósito y dirección.
Fe: El punto de partida
La fe es el fundamento de todo lo que somos como hijas de Dios. Es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Es creer cuando no hay evidencia visible. Es avanzar aun cuando todo dentro de ti te dice que te detengas.
Pero la fe no es una emoción pasajera. Es una decisión diaria. Es decirle al Señor: “Confío en Ti, incluso cuando no entiendo. Sigo adelante porque sé que estás conmigo.”
Sin fe, no hay dirección. Es la luz que alumbra nuestro caminar, especialmente cuando las circunstancias se oscurecen.
"Pero el justo por la fe vivirá." – Romanos 1:17
Disciplina: El arte de permanecer
La fe es la chispa, pero la disciplina es el fuego que mantiene encendida la llama. No siempre tendremos ganas. No siempre sentiremos la motivación. Pero una mujer que resplandece aprende a hacer lo correcto, incluso cuando no lo desea.
La disciplina espiritual se cultiva en lo secreto:
Leer la Palabra cuando estás cansada.
Orar cuando sientes que Dios guarda silencio.
Elegir pensamientos de vida cuando los tuyos están llenos de duda.
Y también en lo cotidiano:
Organizar tu día con sabiduría.
Cuidar tu cuerpo como templo del Espíritu Santo.
Ordenar tu casa con amor, aunque parezca rutina.
La disciplina es un reflejo de amor y obediencia a Dios. Nos moldea, nos enfoca, nos prepara para lo que Él tiene para nosotras.
Determinación: La actitud que no se rinde
La determinación es esa fuerza interior que, sostenida por la fe y entrenada por la disciplina, te hace seguir cuando todo en ti quiere rendirse. No es orgullo, es convicción. No es obstinación, es certeza del llamado.
Una mujer determinada se levanta una y otra vez. Tiene heridas, pero no deja de caminar. Llora, pero no se detiene. Porque sabe que su fuerza no viene de ella, sino del Dios que la llamó.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” – Filipenses 4:13
La determinación es mirar más allá del momento presente y declarar: “No me rindo, porque fui creada para más. Y porque Aquel que comenzó la buena obra en mí… la perfeccionará.”
Una mujer que resplandece…
Es una mujer que ha decidido vivir con fe, caminar con disciplina y avanzar con determinación. No porque todo esté bien, sino porque sabe en Quién ha confiado.
No estás sola. Dios ve tu esfuerzo, tus lágrimas, tu constancia. Él honra a las que perseveran, a las que luchan por vivir conforme a Su Palabra, incluso en lo más simple de la vida.
Hoy, te invito a renovar tus fuerzas, a aferrarte a Su verdad y a recordar que tú también fuiste llamada a resplandecer.
Reflexiona y ora:
¿En qué área de mi vida debo ejercitar más la disciplina?
¿Estoy viviendo desde la fe o desde el miedo?
¿Qué me está robando la determinación?
Ora y dile al Señor que fortalezca tu fe, que forme en ti una disciplina que lo honre, que te haga una mujer determinada que no retrocede, para que se cumpla el propósito que Él tiene contigo .