¿En quién has puesto tu confianza? ¿La has puesto en ti misma, en tus propias fuerzas, en tu trabajo, en tus bienes o quizás en tu jefe, tu esposo o en el sistema? Toda confianza depositada en uno mismo, en otras personas o en las posesiones que hemos logrado obtener, es incierta. La vida cambia constantemente, y con ella también cambian las personas y las circunstancias. Nada en este mundo es eterno ni seguro; de un momento a otro pueden suceder cosas inesperadas que transforman lo que parecía estable.
Estamos en un mundo lleno de luchas de todo tipo, pero las más serias son aquellas que provienen del mundo espiritual que nos rodea. Efesios 6:12 nos recuerda que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino espiritual. Y por desconocer esta verdad, la humanidad se encuentra en la situación en la que está. Por eso el Señor nos advierte en Oseas 4:6 que su pueblo perece por falta de conocimiento.
Pero nuestro Dios es maravilloso: nos ama tanto que nos dejó Su Palabra, que es vida, para que a través de ella lo conozcamos y entendamos Su propósito para cada una de nosotras. La Biblia está llena de promesas para los hijos de Dios, aquellos que lo aman y lo buscan con un corazón sincero y humilde. Sin Él no somos nada, y sin conocer Su voluntad caminamos hacia el despeñadero.
El Señor permite que el ser humano se desarrolle, que tenga éxito y que incluso se vanaglorie de sus conocimientos, confiando en sí mismo y viviendo con el afán de agradar a los demás. Pero el final de quien ha rechazado a Dios es una vida árida y un alma vacía.
En cambio, Jeremías 17:7-8 nos habla de la bendición que recibe aquel que confía plenamente en el Señor:
"Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en Él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no temerá cuando llegue el calor, y sus hojas estarán siempre verdes. En año de sequía no se angustiará, ni dejará de dar fruto."
Esa es la confianza que nos da seguridad: saber que nuestro Padre conoce nuestro futuro y desea bendecirnos. Por esa razón envió a Jesús, Su Hijo amado, para que a través de Él se cumplan todas las promesas escritas en Su Palabra.
Así como un padre terrenal deja una herencia a sus hijos, nuestro Padre Celestial nos ha dejado un testamento. Y Jesús, quien es nuestro abogado, nos da acceso a esa herencia: bendición para esta vida y para la eternidad. La herencia terrenal es limitada y muchas veces causa conflictos; pero la herencia de Dios es eterna.
Isaías 26:3-4 lo declara con poder:
"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado. Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor Dios es una roca eterna."
Jesús no nos dejó solas: envió a Su Santo Espíritu para darnos Su paz, una paz que sobrepasa todo entendimiento. Aunque vivamos en un mundo convulsionado, lleno de maldad, pobreza, injusticia, odio y guerras, nuestra alma puede permanecer firme, confiada en que el Señor tiene el control. Las cosas sucederán como están escritas; el enemigo anda como león rugiente para matar, robar y destruir, pero en Jesús tenemos vida, y vida en abundancia. Él nos guarda en completa paz cuando perseveramos en Él, aun en medio de la adversidad.
Proverbios 3:5-6 nos exhorta:
"Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas."
Hoy puedes decidir reconocer al Señor en todos tus caminos y confiar plenamente en Su amor. Entrégale tu alma, tu familia, tu matrimonio, tus hijos, tus hermanos, tus amigos, tu cuerpo y tus finanzas, y Él enderezará lo que esté torcido en tu vida.
Dile “sí” a Jesús. Pídele perdón por tus pecados y por no tomarlo en cuenta en tus decisiones. Él te está esperando porque te ama y quiere que vivas una vida plena aquí, y en la eternidad con Él.
Jesús dijo:
"Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?" (Juan 11:25-26)
El Señor traiga revelación a tu corazón sobre en quién estás confiando. Permítele tomar el control total de tu vida, y alcanzarás lo que tu alma realmente anhela.