"No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús." — Filipenses 3:12
La trampa de la perfección
Vivimos en una cultura que constantemente nos exige perfección; ser la madre ejemplar, la esposa abnegada, la amiga incondicional, la mujer fuerte que nunca se derrumba. Y cuando no alcanzamos esas expectativas, nos sentimos insuficientes, culpables, y hasta pensamos que Dios no puede usarnos porque fallamos demasiado.
Sin embargo, el apóstol Pablo nos muestra una verdad espiritual: no somos perfectas, ni necesitamos serlo para avanzar. Él, un hombre entregado a la causa de Jesús, reconoció que aún estaba en camino, que todavía había mucho por alcanzar. Y si Pablo, con toda su fe y compromiso, lo admitió, ¿por qué nosotras deberíamos exigirnos algo imposible?
Imperfecta no significa inútil
Ser imperfecta no te descarta. Al contrario, tu imperfección es el lienzo en el que Dios pinta Su obra. No necesitas borrar tus fallas para que Él te use; al contrario, Él toma cada trazo roto de tu vida y lo convierte en parte de un diseño más hermoso del que podrías imaginar. La gracia de Cristo no se revela en la autosuficiencia, sino en la debilidad.
Cuando dices: “No puedo más”, Jesús responde: “Yo soy tu fuerza”. Cuando piensas: “He fallado demasiado”, Su voz te recuerda: “Mi gracia es suficiente”.
Cada herida, cada error, cada caída, puede convertirse en testimonio de Su poder para levantarte. No eres definida por tus fallas, sino por tu fe y tu determinación de seguir adelante.
Determinación: la fuerza que te impulsa
La determinación no se trata de no tener miedos ni dudas, sino de avanzar aun con ellos. Es levantarte un día más y decir: “Hoy no me rindo”.
Determinación es orar otra vez, aunque no hayas tenido respuesta.
Determinación es intentar una vez más en tu matrimonio, en tu negocio, en tu vida espiritual.
Determinación es caminar hacia tu propósito, aunque no veas todavía el final del camino.
Jesús te alcanzó con un propósito, y mientras tengas vida, todavía hay páginas por escribir en tu historia.
Una invitación al corazón
¿Qué estás esperando para levantarte? ¿Estás esperando a “ser perfecta” para dar el paso? ¿A que todo sea ideal para comenzar? Ese momento nunca llegará. El tiempo de avanzar es hoy.
Imperfecta, pero decidida. Con errores, pero con fe. Con luchas, pero también con esperanza. Así es como caminan las hijas de Dios.
Dios no necesita tu perfección, Él necesita tu disposición. Cuando das un paso con determinación, Él abre caminos donde no había.
Practícalo en tu vida
Hoy puedes comenzar con algo sencillo:
Identifica un área en tu vida donde sientas que la imperfección te paraliza.
Ora y entrégale esa área a Dios, reconociendo tu debilidad.
Da un paso pequeño, pero firme, en esa dirección.
Tal vez sea retomar un hábito de oración, iniciar un proyecto que postergaste, perdonar a alguien, o simplemente levantarte con esperanza. No importa cuán pequeño parezca, cada paso de fe cuenta.
Declaración personal
Hoy decido aceptar mi imperfección y caminar con determinación hacia el propósito de Dios para mi vida. No espero a ser perfecta para empezar, porque Jesús me alcanzó justo como soy. Y con Su gracia, cumpliré el propósito destinado para mi.